Bebés y mascotas, amigos inseparables
Los animales de compañía son parte de la familia. Los queremos y los mimamos como a uno más. ¡Nos encantan! Así que cuando la familia crece también ellos deben adaptarse al cambios. Además, habrá menos tiempo para los juegos, los paseos... Pero no hay nada que no pueda resolverse con paciencia, amor y manos expertas. Poco a poco lograremos que nuestro bebé y el peludo de la casa se conviertan en los mejores amigos.
Con la llegada de nuestro bebé nos comportaremos de forma distinta y nuestro perro o gato experimentará nuevas señales auditivas y olfativas. Por tanto, hay que ayudarles. Estas son algunas ideas que lograr una buena convivencia:
- Prepara a tu perro o gato durante el embarazo. Los animales de compañía –y también nosotros– tienen sus costumbres y rutinas, algo que los mantiene equilibrados y sin ansiedad. Si su estilo de vida cambia, él lo notará. Ya embarazada, puedes dejar que se acerque al cochecito del bebé, que lo olisqueé y que empiece a asumir que estará ahí. Como también la habitación del pequeño será otra novedad. Tu perro o gato pueden entrar a curiosear, siempre y cuando le enseñemos las pautas de comportamiento dentro de ese espacio. Es importante que le corrijas antes de que nazca el bebé.
- Cuidados a raya. Lleva al peludo al veterinario, que le limen las uñas y asegúrate de que está desparasitado y con las vacunas al día. Si sus condiciones higiénicas y de salud son buenas, no hay de qué preocuparse. Otra cosa es que descubras que tu bebé es alérgico, para lo que deberás consultar al médico. Siempre hay que evitar que el pequeño se acerque al comedero o use los juguetes del animal. Si las bacterias y las enfermedades te siguen preocupando, la ciencia ha demostrado que los niños que crecen con un perro en casa antes de la edad de un año tienen un 13% menos de riesgo de padece asma.
- Ten previstos los cambios. Si no vas a poder pasearlo como antes, asegúrate de que alguien lo hará por ti. No lo descuides. También es un buen momento para aprovecharse de esta nueva etapa. Si hay hábitos que quieres cambiar, como que el peludo ocupe otra habitación, hazlo gradualmente y prémiale cuando vaya a su nuevo espacio. Será su refugio tendrá que acostumbrarse.
- Palabra de experto. Si sabes que a tu perro o gato no le gustan los niños, asesórate. Que un experto en comportamiento animal cómo se comporta tu peludo en presencia del pequeño de la casa. Los perros aprenden por asociación y puede que otros niños se hayan comportado mal con él de forma y haya pasado miedo o dolor. Tranquila, los expertos están para eso, para ayudarte. Lo habitual es que no haya ningún problema y los dos se lleven bien.
- ¡Es hora de las presentaciones! Seguramente hace unos días que no te ve, así que tu perro se mostrará eufórico nada más notar tu presencia. Si puedes, espérale en un lugar tranquilo de la casa, acarícialo con cariño y muestra calma. Enséñale el bebé a su altura pero sin ponerlo en el suelo. Deja que el animal acerque su hocico, incluso si quiere lamerle los pies (¡solo eso!), no le castigues por ello, ya que son curiosos por naturaleza. Prémiale su comportamiento tranquilo con algo de comida y caricias. No le obligues a la interacción. Puede ser muy breve y que dure apenas unos minutos. Luego, a otra cosa.
- Evita los celos. Los perros aprenden asociando. Cosa que también funciona con los humanos... Pide a las visitas que acuden ansiosas por ver a tu precioso bebé, que también le hagan un poco de caso a tu mascota. Que él no asocie las visitas a ser ignorado. Nosotros debemos aprender también a hacer caso a nuestro animal de compañía –con juegos, caricias y golosinas– mientras estemos en presencia del bebé. Y si el bebé no está, no se trata de prestar todas las atenciones al perro o al gato.
- No fuerces las situaciones. Los animales tienen sus señales de calma. Cuando quieren estar tranquilos ladean la cabeza, desvían la mirada, se lamen el hocico, bostezan, se mueven despacio… Nuestro bebé debería dejarlo así, tranquilo. Poco a poco el pequeño aprenderá a respetar al animal: su espacio, su lenguaje y su manera de ver el mundo. Perros y gatos también son independientes.
- ¡Cuidado con la fuerza! Los bebés, hasta los dos años, conocen el mundo sobre todo a través del tacto. Lo toquetean todo... Cuando vea al perro, tu bebé querrá acariciarlo a su manera. Es decir: lo hará sin controlar la fuerza, agarrándole de las orejas o metiéndole los dedos en los ojos. Así que debemos enseñar al pequeño cómo y dónde debe tocar a su animal de compañía y que la fuerza no sea excesiva.
- Nunca te olvides de esto: no dejes solo a tu bebé con tu perro o gato, aunque sea el más bueno y cariñoso del mundo. Jamás. Siempre has de supervisar (tú u otro adulto) sus encuentros, juegos o espacios compartidos. Las madres podemos controlar que nuestro bebé deje de atosigar a nuestra mascota o alejarle del animal cuando éste se muestre agobiado. Si ambos están solos los ponemos en riesgo.
- Recuérdalo: los beneficios son infinitos. Tu pequeño reforzará su autoestima; aprenderá sobre la empatía; se sentirá querido y protegido por su perro, además de que también el vínculo entre ambos puede llegar a ser muy estrecho: se cuidarán mutuamente. Está demostrado que la socialización de los niños que han convivido con animales es más espontánea, y pueden sentirse menos estresados y ansiosos. Acariciar a su mejor amigo, compartir juegos y ejercicio físico será positivo para ambos.
Los niños pequeños están hambrientos de estímulos. La convivencia con una mascota será un regalo para tu bebé. Aprovecha estos consejos y mantente ahí, supervisando.